Dos caballeros templarios con indumentaria militar del siglo XIII reproducidos en al actualidad como figuritas de plomo. © Contando Estrelas

Reconozco que la sindonología —vaya palabra, del griego sindon, imagen— es una disciplina pseudocintífica o paracientífica, como prefieran. Por eso es un tema apasionante, porque rellena tres cuatros de hora de programación en la escaleta de Iker Jiménez o porque es el motivo principal de un libro marvizonesco. Pero si el tema se trata en profundidad, con rigor histórico y con un acertado estilo periodístico, la cosa cambia. Esta es la opción que plantea Bárbara Frale, pues a la profunda investigación de las fuentes añade como tesis de partida la relación del Santo Sudario de Turín con la orden y posterior desaparición de los Templarios.

Muchos de los llamados best sellers sobre divulgación histórica  —esos libracos que se amontonan en las mesas de novedades de las librerías— no aportan más información que aquella que aparece en las tapas del libro, por cierto, de mucha calidad en cuanto a edición. La Historia, con mayúsculas, es mucho más siniestra y rebuscada que cualquier hipótesis surrealista de Dan Brown. Por eso, basta con echar una mirada al misticismo de órdenes militares como el Temple y ver cómo la realidad de las Cruzadas imponen un guión más compacto que los que surgen de las mentes privilegiadas —ahora menos— de Hollywood.

La obra de Frale.  © Casa del Libro

El proceso contra los caballeros templarios, las declaraciones, las peripecias de los maestres de la Orden y las circunstancias de la Sábana Santa a lo largo de los siglos despliegan ante lector de Los templarios y la Sábana Santa una auténtica novela de suspense, entretenida y muy fluida, por cierto. Tal vez lo más destacado del libro sea la sucesión de estudios, a través del tiempo, sobre la síndone y, lo más importante, sin entrar en juicios morales o religiosos, a los que somos muy proclives.

Ahora que se acerca el invierno y, como no vamos a contar con muchos fondos, conviene armarse caballero del Temple. Es sencillo: ajustarse la cota de malla, templar una buena espada y pasar las noches velando armas, por si las moscas, no nos queda otra con la calor. Puede que un Papa nos llame para defender Tierra Santa de los ataques de los infieles. Nunca lo sabremos.

Y, si les va más el humor andaluz, la ironía y el sentido crítico de la Historia, déjense llevar por las aportaciones de escritores de la talla de Juan Eslava Galán. Por unos cuantos euros, se pueden sumergir en las páginas de Los templarios y otros enigmas medievales. Buen humor, a veces ácido —se agradece en muchos libros— y exhaustiva aportación de datos históricos. Merece la pena.

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