Sin lugar a dudas, la imagen de la bandera ondeando en los tejados del Reichstag es todo un icono de la II Guerra Mundial. © Yevgueni Jaldéi
No crean que el retoque fotográfico es actual. Hoy nos resulta muy sencillo, basta con aplicar un filtro (casi siempre sepia) o el manejo nivel lerdo de photoshop para mejorar nuestra foto de perfil de las redes sociales. En 1945 ya existían funcionarios encargados de manipular la realidad con herramientas, todavía rudimentarias, pero muy efectivas. Porque estaba en juego la victoria en una guerra mundial y la superioridad moral frente a sus aliados, que no es poco. Era otro mundo, pero no muy alejado del nuestro.
¿Qué separa la realidad de la ficción? Una línea muy delgada, me dirán. Pues nada, toca manipular la realidad un poco. Lean la peripecia de la imagen que ilustra este artículo. El Reichstag fue tomado por los rusos pasadas las nueve de la noche del 30 de abril de 1945. Una nube de humo y polvo impedía moverse con facilidad, además de la metralla, los charcos de sangre y los disparos de los defensores. Se sabe que los combates seguían cuando unos fusileros del tercer grupo de choque de la división 150º del 79º Cuerpo, del I Frente Bielorruso, izaron una bandera roja sobre una de las cúpulas del edificio.
¿Dónde estaban el fotógrafo o el operador de cine? Pues sencillamente no estaban, ni podían trabajar bajo el fuego enemigo y en la oscuridad de la noche. Poco importan esas menudencias cuando se trata de contar (construir) el relato de lo sucedido. Yevgeni Jaldéi era fotógrafo e iba pegado a esa división desde hacía tiempo. Así que tomó la fotografía por la mañana (con un par), que para eso hay luz. Fíjense en los soldados que miran hacia arriba y la calle despejada de cadáveres y con vehículos perfectamente estacionados. Y se supone que izan la bandera en plena batalla (!).
Jaldéi cogió a unos soldados con gorra de plato —¿no se va a la guerra con cascos de acero?— y les hizo ondear una bandera que, según algunas investigaciones, no era la misma de la noche anterior, pues cuando se conquistó el Reichstag había unas cuantas colgadas. Pero había además una neblina en la atmósfera (recuerden, la batalla seguía en Berlín), así que se aumentó el contraste y se le añadieron al fondo —que no vemos en esta versión— unas columnas de humo que aumentaban el dramatismo de la escena. Incluso se habla del soldado, que ayuda a su compañero que sujeta la bandera, de llevar dos relojes, que posteriormente fueron eliminados, pues un soldado ruso no podía ser un ladrón.
La autoría de la foto no se supo hasta el fin de la URSS, así como el nombre de los retratados, que ahora también se pone en duda (oficialmente Melitón Kantaria y Mijaíl Yegórov). Pero como icono incuestionable de la victoria soviética funcionó, como la tomada durante la batalla de Iwo Jima, de Joe Rosenthal, donde también se manipuló lo suyo. No desesperen, sabemos que la adulteración digital cuenta con instrumentos casi mágicos en la actualidad, así que muy atentos a la lluvia de imágenes que nos invade cada día.