Katherine Hepburn y Spencer Tracy en una secuencia del filme El Estado de la Unión (1948), dirigido por Frank Capra. © Liberty Films

Como cualquier prenda, la corbata masculina —sí, también las hay femeninas, no se preocupen, están visibilizadas y son paritarias— es la lógica evolución de otro complemento anterior, aunque al hombre le cueste un mundo pensar por un momento en pensamiento lógico. O, ya puestos, que es un complemento de la camisa, indispensable la una con la otra. Dejemos la cortaba sin camisa para una mujer en pleno juego erótico o, si es un fornido hombre, en un postureo de anuncio de bebida carbonatada.

Su nombre viene, como casi siempre que hablamos de estilo, del italiano: corvatta o cravatta, que se cree que deriva del gentilicio croata. El origen data del año 1660, cuando los jinetes del ejército croata usaban pañuelos de color negro al cuello. Existen al menos dos tipos de corbatas: la larga, que es el tipo más usual en nuestros días, y la corta o de moño, que fue la habitual hasta los años treinta del siglo pasado. Por cierto, miren algunos cuadros en los que aparece Ludwig van Beethoven. En la actualidad es indispensable junto a la camisa y el traje. Existen también las corbatas estilizadas, que también son conocidas como slim, o las más anchas, que, la verdad sea dicha, no sé con qué xenismo se denominarán.

Las precursoras de las corbatas tal y como las conocemos hoy día son las que se usaban en clubes y colegios, claro, en Reino Unido. Por ejemplo, en 1880, sabemos que los miembros de la Universidad de Oxford se ataban las cintas de los sombreros, alrededor del cuello. Así, el mismo 25 de junio de 1880, se creó la primera corbata del club, que confeccionara esta prenda con los colores correspondientes. De esta manera, la idea se fue propagando en los otros clubes, universidades y colegios mayores.

Clark Gable luce corbata listada en diagonal en la década de los treinta. © Pinterest

La corbata moderna existe, en su forma actual, desde 1924, ya que un tal Jesse Langsdorf encontró una manera de cortar la corbata con el menor desperdicio posible de tela —tiempos de recortes y de producción en cadena—. La solución fue trazar un ángulo de 45 grados en la trayectoria del dibujo. Además, la seda no la cortó en una sola pieza, sino en tres, que se cosían luego en otro proceso. Patentó su invento y más tarde lo vendió a todo el mundo. En nuestros días la mayoría de las corbatas se confeccionan de esta manera.

Existen diferentes tipos de nudos. Los más conocidos son el nudo inglés y el nudo francés, diferenciándose entre ellos únicamente en que para el francés hay que dar una vuelta adicional a la tela, generándose un nudo más voluminoso y considerado generalmente más elegante. Pero hay unos pocos más: Windsor, Trinidad, Pratt, Ediety y Licenciado Silver. Así entramos ya en los debates: lisa o listada, estas últimas en diagonal u horizontal, raso o paño, de lunares, muy cortas o pasando la correa del pantalón (modelaje Donald Trump), etc…

En fin, tantas variedades como hombres. ¿Es una descortesía no usar corbata en determinados eventos? Zinedine Zidane apenas lleva, prefiere el monocromatismo, como le ocurre al modelo Andrés Velencoso en muchas de sus campañas. Tal vez la corbata ya no sea prioritaria, haya perdido parte de su masculinidad en un mundo como el nuestro, buenista y cursi, por no usar otros términos. Esperemos que la moda no nos lleve por los simples pañuelos anudados, las corbatas de bolo, la de lazo, el trasnochado corbatón o el rocheu, complementos ideales para salir en bata a tirar la basura.

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