Felipe Benítez Reyes regresa a la narrativa para contarnos la singular vida de un personaje que se acerca al clásico pícaro. © fm·revista de cultura
Regresa después de una década con una obra con la que retorna a la novela. Un recorrido por nuestra historia, enmarcada en la gran tradición literaria española de la picaresca. El azar y viceversa es una novela que narra la vida de Antonio, cuya personalidad nace y se desarrolla en Rota. Un buscavidas que tiene que aprender a desenvolverse en múltiples empleos y situaciones en una población que nada tenía que ver con la España rural del franquismo, pues con la llegada de los americanos a la Base Naval, el pueblo se convirtió en una burbuja social de la España de entonces. Un personaje melancólico pero muy optimista, que lucha en un afán por situarse en el mundo, por situarse en la vida, y por inventarse también una vida. La obra literaria de Felipe Benítez Reyes (Rota, 1960) abarca casi todos los géneros. Tiene en su haber el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura, el Nadal, el premio Hucha de Oro de cuentos, el Julio Camba de periodismo, el premio Ateneo de Sevilla y el Loewe de poesía.
• Hablar de Felipe Benítez Reyes, es hablar de literatura con mayúscula, ¿cómo hacer para que una obra llegue al lector?
Bueno, las mayúsculas siempre son arriesgadas… En principio, procuro hacerlo lo mejor posible, de la mejor manera que sé. El hecho de que tenga resonancia lo que uno hace, que tenga una buena acogida o no, no depende del todo del propio libro. Hay una serie de factores azarosos que hacen que un libro o un autor tengan más o menos suerte. Una serie de factores que se confabulan de manera favorable o de manera adversa. Para mí, el mayor privilegio consiste en poder escribir lo que a uno le apetece y del modo en que cree que debe hacerlo. Creo que no hay otra guía para el escritor que la de sentirse libre con lo que escribe, tener una especie de moral estética e intentar respetarla, intentar ser digno de una tradición muy larga, porque la tradición literaria viene de mucho siglos atrás, y uno lo que intenta es insertarse con la mayor dignidad posible en esa gran tradición.
• El azar y viceversa es una obra que relata la vida de Antonio, que lucha por salir adelante, en una población socialmente distinta a la España rural de postguerra, ¿Cómo es el personaje de esta historia?
El protagonista de la novela nace en el año 1958, con lo cual en su adolescencia perviven los coletazos del franquismo. Nace en una Rota en la que había una presencia muy vehemente de la base militar norteamericana. Eso se traducía no sólo en la estructura social del pueblo, sino también en sus escenarios, algo que he intentado recrear. En la segunda parte de la novela traslado el personaje a Cádiz. Tiene tres partes, la primera transcurre en Rota, la segunda en Cádiz, y la tercera entre Sevilla y Rota, como punto final de retorno. Es el recorrido de un personaje a través de toda su vida, contada desde la infancia, y en paralelo a su vida, como telón de fondo, van dibujándose los distintos escenarios históricos, los cambios que se producen en España durante esos años. El protagonista es un buscavidas que se ve obligado a ponerse a trabajar a los 13 años, como mucha gente menesterosa entonces, y desarrolla un afán por situarse en el mundo, por situarse en la vida, y por inventarse también una vida.
• Un personaje que persigue unos sueños, que no tira la toalla ente cualquier situación adversa que se le presenta en la vida.
Si, porque si no sería esto una pesadilla, más que un sueño. Él tiene afanes, como cualquiera, pero luego la realidad y el curso de los acontecimientos van atemperándole las grandes ilusiones, hasta que llega a conformarse con una especie de optimismo práctico o de optimismo utilitario, que le sirve para ir tirando en la vida. El azar y viceversa es una obra que relata la vida, la evolución de un pensamiento y de una conciencia. Una novela, en fin, en la que intento dar coherencia a un personaje, dentro de lo incoherente que suele ser el fluir de cualquier existencia.
El azar y viceversa es una obra que relata la vida, la evolución de un pensamiento y una conciencia. Una novela, en fin, en la que intento dar coherencia a un personaje, dentro de lo incoherente que suele ser el fluir de cualquier existencia…
• ¿Podríamos decir que tiene un optimismo melancólico?
Si, esa sería una buena definición de su guía de vida, de su temperamento. Es un optimista melancólico porque entiende que tiene que sobreponerse a la desventura, porque entiende que si no se sobrepone, todo será mucho peor.
• Un joven que tiene que enfrentarse a diversos trabajos, a situaciones adversas, incluso a los amores de su madre. Son distintos escenarios que marcan a un buscavidas. ¿De dónde parte el personaje?
De una manera o de otra, y a escalas muy distintas, todos somos unos buscavidas. Unos parten de una situación más propicia y otros parten de cero o de menos uno. En este caso el punto de partida del protagonista podría haber sido bastante mejorable, ¿verdad?, pero también es la historia de una supervivencia, la historia de un instalarse en la realidad, de intentar hacerse un hueco en una realidad que ya se encuentra hecha, con unas estructuras muy rígidas, que deja muy poco margen de maniobra para quien no es poderoso, para alguien que no parte con unas armas fuertes en el enfrentamiento con la vida. En la novela hay decepciones, ilusiones, hay humor, hay ternura. El personaje tiene la moral propia del desvalido. El que es poderoso puede tener una moral muy rígida, intentar aplicarla, intentar que esa moral se imponga en la sociedad. El desvalido, en cambio, no tiene ese poder. El desvalido tiene una moral, digamos, acomodaticia, porque no le queda otra.
• Al leer esta novela, cualquiera podría sentirse identificado, porque, aunque los tiempos cambien, el ser humano tiende a caer en las mismas cosas, a repetir comportamientos. ¿Podríamos sentir similitudes entre ese personaje y ciertos aspectos de nuestras vidas en la actualidad?
Si, lo desalentador de la mecánica social es que las cosas van repitiéndose, más las malas que las buenas. Hoy hemos vuelto un poco a esa incertidumbre generalizada, global, a esa falta de garantías democráticas que padecimos durante el franquismo y durante buena parte de la transición. Estamos en un momento complejo. Por desgracia, el ritmo de la realidad tiene golpes involutivos, muchas veces volvemos hacia atrás y creo que estamos ahora en ese momento de dar muchos pasos atrás y dar pasos muy tímidos e insignificantes hacia delante.
• Destacado Benítez Reyes en otro género como es la Poesía, ¿en qué momento se encuentra?
La poesía es un género que tiene una capacidad de pervivencia admirable, incluso en los momentos históricos más desastrosos. Siempre ha sido, sí, un género minoritario. Ahora hay una serie de autores, en su mayoría provenientes del mundo de la canción, que están popularizando el género, sobre todo entre los más jóvenes, y eso está bien, porque es una manera de situar la poesía en la cotidianidad, en la vida de la gente. Un poema es un artefacto que nos habla a todos de una manera o de otra, y, aparte de ser un arte, también es una forma de aprendizaje, de entendernos con nuestro pensamiento, de entendernos con nuestras emociones, algo que nos ayuda a estructurar nuestra vida emocional.
• A un autor que domina todos los géneros literarios tengo que preguntarle por el proceso de creación de una obra… Las dificultades que se encuentra un escritor en el camino, y cuando la obra está terminada, ¿cómo hacer que llegue al lector, que sean leídos? y ¿cómo poder vivir de la literatura?
Depende de muchos factores. La persona que puede vivir de la literatura es un afortunado, porque tiene la suerte de poder vivir de lo que le gusta hacer y de lo que haría incluso si le costase dinero. Con respecto a lo otro, hay un mercado editorial que está normalizado, aunque sujeto a veces a unos equilibrios un poco desconcertantes; como por ejemplo el de tener que publicar mala literatura para poder publicar buena literatura. Hay grandes libros que pasan desapercibidos y libros intrascendentes que tienen su momento y luego se olvidan. Esto ha ocurrido siempre, no sólo en estos tiempos. Quizás ahora cabe la opción de una publicidad más agresiva, se pueden hacer campañas muy invasivas y eficaces a través de las redes, pero luego se produce un inevitable proceso de depuración. El paso del tiempo va filtrando toda la confusión intrínseca del presente, porque los presentes son confusos por definición..
• ¿Cómo ves la literatura en la educación, cómo acercar la literatura a los pequeños y jóvenes?
Nunca me he dedicado a la enseñanza y es un territorio que no domino y cuyas claves sólo acierto a intuir por lo que me cuentan los profesionales. La labor del docente es complicada. El hacer atractivo el conocimiento es muy difícil. El profesorado además, hoy por hoy, tiene que lograr seducir a un alumnado que dispone de una infinidad de estímulos exteriores que le resultan más atractivos que el aprendizaje. Pero por lo que intuyo y por lo que he comprobado, podemos estar tranquilos con respecto a los enseñantes, que tienen una vocación y una paciencia a prueba de bombardeos.
• La era digital se ha impuesto, pero pienso que el libro tradicional es un elemento tan necesario como cualquier otro en la cultura. ¿Cómo es la convivencia entre el libro material y el libro digital?
A estas alturas, no me acostumbraría al libro digital. Estoy hecho al soporte papel, que no es que sea el soporte natural, porque antes del papel el libro ha conocido soportes distintos, pero uno está acostumbrado a eso. Para mí, es lo mismo, no sé, que si inventaran un tenedor electrónico o un cuchillo que cortara por láser el filete… pues tampoco me haría falta, seguiría con los cubiertos de toda la vida. Con los libros me pasa igual. El soporte, con todo, es lo de menos, un factor secundario, pero me gustan los libros como objetos, incluso durante unos años padecí el mal de la bibliofilia. Al fin y al cabo, lo importante es leer. Los soportes cambiarán sin duda alguna, pero imagino que los libros en papel sobrevivirán, aunque sea a la escala en que sobreviven los discos de vinilo. No me atrevo a profetizar nada, porque soy un profeta pésimo, pero el libro en papel es un objeto tan cómodo, tan transportable, y a veces tan bonito, y que además proporciona unas sensaciones físicas como el olor, el tacto…. Cuando apareció el libro digital, mucha gente pensó que el libro en papel iba a desaparecer en dos días. Pero no. De momento al menos, las ventas de libros electrónicos son casi insignificantes con respecto a las ventas de libros en papel.
• A las manos de Felipe Benítez Reyes llegarán manuscritos de autores que quieren que lea sus obras, de jóvenes que quieren hacerse un hueco en el mundo de la literatura, de personas que quieren escribir.
Me llegan originales, pero no puedo asumir la responsabilidad de dar una opinión a alguien a quien no conozco. La asumo, aunque con muchas precauciones, con respecto a amigos escritores que me pasan manuscritos para que les des una opinión. En ese caso sí, ya digo, porque hay confianza, porque conoces su trayectoria, sus limitaciones y sus posibilidades, y porque luego van a hacer lo que ellos crean, como debe ser, porque la literatura tiene mucho de apuesta intransferible, pero con los desconocidos por desgracia no me parece ni procedente ni prudente, sobre todo si se tiene en cuenta que quien te pide opinión lo que suele pedirte es un elogio. ¿Cómo le dices a alguien que su obra no vale nada si se da el caso de que te parece que no vale nada? No me siento con derecho a destruirle el ánimo a nadie, y en la literatura, cuando te piden opinión, tienes que ser implacable, a no ser que la cosa se convierta en un juego de mentiras.
• Has estado esta primavera recorriendo distintas ferias del libro dando a conocer El azar y viceversa, pero no queda aquí la promoción ¿queda alguna cita más?
Si, alguna cosa queda por hacer, pero por suerte cada vez menos, porque uno está acostumbrado a escribir, pero no a hablar de lo que escribe. La escritura es una profesión muy solitaria, no estás acostumbrado al contacto con los medios salvo cuando sacas el libro, y es algo que perturba. Al hablar de lo que escribes, sientes una ligera incomodidad y una suerte de pudor. No me siento tampoco con derecho a publicitar lo que hago habiendo tantísimas cosas que leer y tantas cosas en el mundo de las que disfrutar. Da un poco de pudor decir “Lean mi libro, que es estupendo”. Porque no nos engañemos: si no lo leen, no pasa absolutamente nada.
• Acabas de hacer un libro, hacer otro lleva su tiempo, ¿pero el escritor deja en algún momento de crear, de inventar, de masticar historias en su mente?
Por desgracia nunca. Cuando me preguntan si me voy a tomar unos días de vacaciones, tengo que decir que tendrían que decapitarme para tomar esos días de descanso. La cabeza funciona a todas horas, no para, y a lo mejor estás tan tranquilo, y hay un detonante repentino que te sugiere una historia, unos versos o un artículo. El escritor creo que no descansa ni cuando duerme. Mis sueños son muy literarios, sueños con una estructura narrativa, lo que tal vez sea un síntoma claro de que algo en la cabeza no va del todo bien.
• Bueno, digamos que es una vida, igual, a pura literatura
Pero también le gustaría a uno descansar. Por ejemplo, disfrutar de quince días en los que no se te ocurra nada…
• Porque ni siquiera mirando al mar, en la tierra donde naciste, se descansa…
Si te pones a mirar el mar, seguro que algo se te ocurre.