El destructor británico capturó al submarino italiano Galileo Galilei en el golfo de Aden en junio de 1940. © clydeships

La historia, con mayúsculas, no da vueltas, sino revueltas. Avanza, retrocede un tiempo y, a veces, parece que se estanca. Además las realidades dispares se confunden en un mismo plano. El 21 de marzo de 1939 era botado el destructor de la clase K HMS Kandahar por la Royal Navy. Pocos meses después estallaba la II Guerra Mundial, así que el buque fue enviado al Mediterráneo para escoltar los convoyes de aprovisionamiento de los británicos en sus posesiones orientales. Pero antes ya recibió honores en los frentes de Grecia, la isla de Creta, Libia y Malta.

La tragedia llegó en la madrugada del 19 al 20 de diciembre de 1941. En compañía de otro destructor, el HMS Neptune, se fue a pique al chocar con una mina cerca de la ciudad de Trípoli. Perecieron ambas tripulaciones, tan sólo fue rescatado con vida un marinero, que relataría más tarde su peripecia en forma de libro. Fue, sin duda, la mayor tragedia de la Royal Navy en el segundo año de guerra, poco antes de sufrir más reveses con la entrada en el conflicto del Japón.

Pero el nombre del destructor es evocador, pues Kandahar hace referencia a la ciudad actual de Afganistán, que fundara Alejandro Magno (353-323) en el siglo IV a. C. con el nombre de Alejandría de Aracosia y que renombraba la antigua ciudad de Kapisa, capital de la región de Aracosia. Desde su fundación ha sufrido numerosas invasiones, una de ellas fue la británica de la primera guerra anglo-afgana (1839-42), de ahí vendrá el nombre de nuestro barco. Pero la guerra y la destrucción todavía no ha concluido en esa zona del planeta.

Soldados norteamericanos departen con afganos en las afueras de la ciudad de Kandahar. © Brendan Mackie

Ciudad de tránsito, cruce de caminos… como la propia tragedia del destructor macedonio. El 19 de diciembre de 1941 se unieron todos los caminos, el destructor formó parte de una fuerza para interceptar un convoy italiano con destino a Trípoli. Una mina italiana dañó su estructura cuando intentaba rescatar a la HMS Neptune. Esa fue su última misión en una esquina del Mediterráneo en un conflicto que arrasaba entonces al mundo entero.

La ciudad de Kandahar tiene en la actualidad unos trescientos mil habitantes, un aeropuerto internacional y es la capital del enclave pastún del país. Una vuelta de tuerca más. En 2001 se estrenó el filme Kandahar, de Mohsen Makhmalbaf, un crudo largometraje que Carlos Boyero definió como «estremecedora». Los soldados norteamericanos invadían en esos días el reino de los talibanes, y de allí se acaban de huir en una huida en toda regla.

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