Una de las espectaculares viñetas de la versión del clásico de Melville de Chabouté publicada en 2015. © Norma Editorial

Nada hay nada más moldeable que un clásico y Herman Melville con Moby-Dick se lleva los primeros premios. Los seriales de televisión, el cine, la radio, la foto-novela y el cómic, como en este caso, nos vienen a contar la misma historia, que no por repetida nos deja de seducir. Un dibujante organiza sus viñetas, adapta los diálogos, hace suya las descripciones y nos presenta su versión particular de un clásico universal de la literatura. Mucho es lo que se ha comentado sobre la novela de un señor enloquecido en busca de la ballena blanca que lo dejó tullido de cuerpo y alma. Lo que nos viene a decir esta obra maestra del cómic actual es que esa misma historia se puede presentar de muchas formas posibles.

Christophe Chabouté es sencillamente arrebatador con sus trazos. Usa un blanco y negro radical, angustioso incluso en algunos momentos y que tiene la capacidad de atraparnos en el pequeño universo de un ballenero norteamericano en la segunda mitad del siglo XIX. La edición integral de Norma le confiere la categoría de novela gráfica, más que en las partes en las que se publicó originalmente. El autor captura, por ejemplo, sabiamente el vuelo de las gaviotas, el lomo terrorífico del gran cachalote o la alargada sombra del capitán Ahab. Una oportunidad nueva para embarcar en esta grandísima historia.

Portada de la versión de Chabouté del clásico de Herman Melville. © Norma Editorial

La brillante destreza de la narrativa de Herman Melville le llevó a ser el antecedente de autores de la talla de Jean-Paul Sartre y Albert Camus, según la crítica actual, pero en vida, el escritor nacido en Nueva York en 1812, no llegó a obtener el reconocimiento debido: vagabundeó de un lado a otro con su inclasificable obra bajo el brazo. Si embargo, nos legó ese cúmulo de personajes que conviven en el Pequod en alta mar y que simbolizan, mejor que otras comunidades, la lucha inexorable por la supervivencia y la lucha fratricida entre el bien y el mal. Hoy la novela es un clásico, tan perdurable como el Partenón de Atenas o La Celestina, de Fernando de Rojas, que anda ahora otra vez de moda.

Ahora el dibujante Christophe Chabouté, que publicó esta novela gráfica en dos entregas durante 2014, ha adaptado este icono de la literatura al noveno arte, como ya hizo con Encender una hoguera de Jack London, otra obra de una calidad exquisita. El artista ha creado un tomo integral en tono cinematográfico que plasma a la perfección la constante y encarnizada batalla entre el hombre y la naturaleza (una de sus lecturas más habituales). No se lo pierdan, tal vez les abra el apetito lector y se zampen en poco tiempo la novela de Melville.

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